LOS VECINOS DE ALFAFAR Y CATARROJA EMPEZANDO LA RECUPERACIÓN - DANA 19/11/2024

Don Vicente, Toni y Eusebio. Vicente vive en Alfafar, justo al frente del Parque Alcosa, en un apartamento puerta a la calle. Hace una semana frente su casa había un cementerio de coches apilados y atrapados entre arboles. Ya los han retirados y quedó diáfano, con pura tierra. En su casa las marcas que indican a que altura llegó el agua ojean en todas las habitaciones, desde lo alto. En una de las recamaras casi se queda, si no fuera por recapacitar y verse a si mismo con una fregona en las manos hasta decir: “pero que coño hago yo con eso”. En el patio al que se puede acceder ahora mismo a través de un colchon puesto como puerta también está la marca del agua. En todas las casas lo mismo. Por allí escapó, brincando y escalando por una pared con una canaleta que ahora ya no están, hasta alcanzar el primer piso de los vecinos que lo acogieron. Y es que a las 19:23 grabó la calle desde la ventana como haría cualquiera frente a unos centimetros de agua que inundan las vías. Además por estos parajes suele pasar a menudo. 13 minutos después sacó la misma foto con más de un metro de agua que se llevaba su moto. La encontraría en una calle detrás de la casa unos días después con el agua ya a niveles más bajos, y pero con el lodo y el destrozo que se quedaron. Si le preguntas porqué se quedó tanto tiempo contesta que pensó que iba a ser como otras veces, además aún no había ninguna alerta, y que 13 minutos son muy pocos. Los voluntarios dice que le han dado la vida, le llevan comida y lo que necesite. Por todo lado hay agradecimientos a la labor del pueblo que salva al pueblo. Sin nada quitar a estas ayudas admirables que en los primeros días cruciales hicieron lo que nadie más haría, se le sale que a veces siente que es otra cosa lo que necesita, mientras le cuesta controlarse. Siempre ha sido muy rockero, tenía dos cajas llenas de CD, algunos firmados, recolectados a lo largo de toda una vida. Fotos logró salvar algunas. Tampoco se refiere necesariamente a esto cuando dice que quizás echa en falta otra cosa. Eusebio y Toni son dos amigos, vecinos de toda la vida en una calle un poco metida en Catarroja, no muy lejos del Ayuntamiento. Están cocinando una paella en una paellera bastante grande, para comer juntos y para quien se apunte; le invitan a probar a un servidor y está para chuparse los dedos. Ya les han retirado los escombros que ellos habían tenido que sacar delante de sus casas y que hace menos de un mes eran sus pertenencias, sus muebles, su ropa y sus recuerdos. Toni dice que en las fotos de ese cúmulo reconoce sus cosas, y las tuvo alli delante de sus ojos varios días, en la calle. La puerta de entrada es grande y está totalmente abierta. Hacia dentro se ve lo que era su casa, suya y de su mujer. Su hijo está arriba. Están razonablemente animados considerado lo que les acaba de pasar, ¿como podría alguien plantearse empezar de nuevo la vida después de algo así si no se obligara a tener fuerza? ¿Y cuando empiecen a darle la vuelta a las imágenes en sus cabezas? Eusebio en un momento no podía ni moverse con el nene en los brazos, se ayudó con dos sillas que están ancladas en la acera justo al frente de su puerta de entrada, para así lograr darse otro empujoncito y de alguna forma entrar. El que antes era un salón acogedor en casa de Toni ahora es un espacio vacío con las paredes húmedas a la espera de secar, si es que secan sin afectar a la estructura. Todo tiene ese color musgoso de cuando el agua lo inunda todo y luego se va. Si cierras los ojos por un momento, queda el olor. Y allí está la paella, colorida como la exuberancia de ellos, natural, de carácter, pero de esas que igual te tienes que trabajar segundo tras segundo, para que lo que es el mundo ahora no se te caiga encima. ¿Cuando vamos a dejar de decir que esto van a ser meses y palante? Por lo menos nosotros que venimos de afuera, que todos los que viven en las zonas afectadas saben perfectamente que son años, y dicen meses quizás porque si te vas a remangar el alma mejor pensar en etapas de tiempo más cortas. Nosotros no lo normalicemos, que van a ser meses, porque de nuevo no lo son y para que también a nivel de presupuestos y ayudas económicas se piense en un programa más orgánico y a largo plazo, que pero empiece ya con la urgencia de una ayuda de pocos meses. “Lo hemos perdido todo”, dicen. “Pero tenemos animo”, y hay que ver a veces lo que se puede hacer con eso.

Roberto Arosio